Examen de Dártirus

Tras llegar a la aldea de Iwa, lo primero que hice fue registrarme en el censo. Eran aproximadamente las doce de la mañana, y los últimos soplidos de la primavera ya se dejaban ver en las hojas de los árboles y el agua de los arroyos, que esperaban la legada del calor estival. Así pues, dejé el camino de arena para entrar en los portones de la aldea oculta de la roca. Tras respirar con profundidad, sonreí levemente. Con mi macuto a la espalda, me dirigí hacia donde se suponía que estaban las casas en venta. La gente al pasar era agradable. Me veían como un nuevo ciudadano, y la mayoría sonreían, dándome la bienvenida. Aunque un vagabundo borracho casi se me cae desmayado, pero al final se fue corriendo en no sé qué dirección... En fin, no me llevó más de dos horas encontrar una que se adaptase a mis necesidades y mi economía.
No estaba mal.
Un piso de sesenta metros cuadrados, simple, con cocina-comedor, baño y un pequeño dormitorio. No necesitaba más. Eran ya las tres de la tarde, y no había comido aún, por lo que mi próxima misión de alto rango fue dirigirme al primer restaurante de fideos que encontrase. Salí de mi nuevo hogar, y bajé los cuatro pisos hasta salir por la puerta principal.

Tras comer en el restaurante, miré mi reloj. Las cuatro y media... Una hora perfecta para hacer un examen.

Con tranquilidad, caminaba por las calles de la villa, hacia el lugar que me habían indicado, para realizar el examen al que tiempo atrás había sido convocado. Tras una pequeña caminata, divisé el edificio. Sin duda, era grande, digno de Iwagakure. Atravesé las verjas y fui hacia las puertas de la entrada principal, decidido. Al entrar en la academia, un ninja me recibió con una lista en la mano.
-¡Buenas tardes, forastero! Se ve que eres nuevo aquí. Dime tu nombre, por favor. -Dijo con un alegre tono, pero concentrado en su trabajo.-
-Nara Dártirus. Vengo a realizar el examen para Gennin.
-Es correcto. Puedes pasar. ¡Buena suerte!

Y volvió a sus cosas. Yo me encaminé hacia la sala del examen, algo nervioso, pero decidido. Al llegar a la puerta, respiré hondo, y llamé con tres golpes suaves pero firmes. Tras darme el permiso, entré atravesando el umbral, y me encontré ante el examinador. Con respeto y decisión, le saludé, firme frente a su escritorio.
-¡Buenos días! ¡Soy Dártirus Nara, y vengo a realizar el examen para Gennin!

Tras la enérgica presentación, me digné a mirar al examinador. Por lo que dijo, supuse que mi clan no habría pasado allí en años. ¿Significaba eso que mis padres no habían estudiado allí? Maldita sea... Sin embargo, las únicas aldeas ocultas, donde uno podría convertirse en ninja, se encontraban en Japón. Por ello, no me preocupé. Cuando tuviera un alto rango como ninja, me iría de Iwa, y buscaría en las demás villas rastros de mis padres, del clan Nara. O, si me acomodaba en la villa de Iwakagure, podría simplemente servir de espía, y así investigar sin necesidad de desligarme. Aunque mi deseo de convertirme en shinobi no iba ligado a la búsqueda de mis padres, sí quería utilizarlo para ello. Al fin y al cabo, sabía que mis abuelos estaban muertos, pero no podía asegurar nada sobre mis padres.

A lo mejor seguían vivos...

Pero volví a atender a aquél viejo ninja. Era la primera vez que veía un examinador shinobi, y no sabría compararlo con otros. Pero este era bastante divertido: Sus ojos achinados apenas dejaban ver una rendija del globo ocular, por lo que parecía un cachorro de zorro recién nacido... Si no fuera por la cantidad de arrugas que tenía. Aquél anciano debería haber superado ya la edad de jubilación. Pero si seguía allí, por algo sería, y yo era el menos indicado para decir nada. Me llamó la atención entonces su cabello. A pesar de tener una avanzada edad, era de un color rojo brillante... Parecía que en cualquier momento iba a arder. O eso, o quitárselo y utilizarlo de pompón. Además, con lo alborotado que estaba, más bien parecía una peluca. (Lo que le daba más puntos a la segunda opción.) Su nariz, aguileña, tenía la punta gorda, y le daba un extraño carácter de nariz de patata. Después, sus labios, cortados, eran enormes y gruesos. Cuando habló para decirme en qué consistiría el examen, pensé que me iba a succionar. Y por supuesto, la barba. Se había afeitado las mejillas y había puesto el límite en el hueso de la mandíbula, de tal forma que, unida al pelo del bigote, le colgaba una larga barba recogida con un coletero a la altura del cuello. El color era esta vez blanquecino, lo que le daba aspecto de sabio o de mago experimentado. Además, así corroboré que el cabello era teñido. Aunque aún pienso que eso era una peluca...

En fin, que tras observarle un par de segundos, no pude evitar una media sonrisa, que rápidamente oculté con una mirada a la pizarra. Tras escuchar sus palabras, guié mis ojos hacia la dirección marcada por la regla, sin mover un ápice mi cuerpo, y leí las preguntas mentalmente... La verdad es que eran preguntas sencillas, aunque la primera era un poco trampa... Pero esperaba responderla bien. Así pues, volví a mirarle fijamente, esta vez con el cuerpo máqs relajado, y el tono más suave. Concentrado, comencé a responder después de pensar un par de segundos, con voz alta y tan clara como el agua.

-Si el enemigo atacase con un jutsu de bajo rango Raiton de alcance cuerpo a cuerpo, el Mizu Kawarimi podría ser o no eficaz. Dependería de donde uno se encontrase. Si me encontrase sobre la superficie del agua que fuese a usar para el intercambio, sería contraproducente, ya que el agua canalizaría la electricidad del Raiton y me daría de lleno, potenciando además el golpe. En cambio, si el agua se encontrase a menos de diez metros de mí y el combate se realizase en tierra, sí sería efectivo, dado que el golpe se anularía en el agua del intercambio, y a mí me daría un respiro para reorganizar el combate.- Aunque nunca había visto un Mizo Kawarimi, mi anciano maestro sí me había explicado en qué consistía la técnica del cambiazo y los tipos que había. Supuse pues que mi respuesta sería correcta, aunque la base de la explicación fue mi propia lógica, por lo que no podía estar seguro al cien por cien.
-Los dos clanes que sólo se pueden encontrar en Iwa son el clan Horoki y el clan Guren.- Gracias de nuevo, maestro. Si no hubieras hablado a menudo de la villa y sus características, no podría haber respondido la pregunta ni por descarte.
-Los rangos en los que se divide la sociedad ninja son Genin, Chuunin, Jounin, Anbu, Kage y Sennin.- Esto último sí fue todo cosecha propia. En mis viajes había combatido y hablado con otros ninjas, y la experiencia junto a sus distintivos me permitieron saber cómo ubicar los rangos primeros. Los últimos los fui descubriendo tras leer noticias y artículos diversos en varios poblados que crucé antes de llegar a la villa.

Volví a mirar al examinador. En la primera pregunta me había servido de mi imaginación para resolver el problema, y las siguientes preguntas las había respondido en mi mente primero, por lo que había perdido de vista al viejo mientras divagaba en mi cerebro. Cuando volví al mundo real, redirigí mi atención a sus ojos de zorro, esperando paciente un veredicto, sin mostrar nervios o preocupación. La verdad es que pensaba que había respondido bien todas las preguntas... Pero el examinador era él, así que su palabra sería la que daría por válidas mis respuestas. No me moví ni un ápice, quedándome allí de pie, centrado en la sabia mirada del shinobi que se encontraba ante mí.

Pasaron unos segundos hasta que el anciano tomó una decisión. Pese a que los segundos corrían, lo hecho, hecho estaba. Así que seguí concentrado en él, sin el mínimo ápice de nerviosismo. Por otro lado, no podía permitírmelo. Si no aprobaba, me iría y punto. Lo intentaría de nuevo en la próxima ocasión. Pero si lo conseguía, cabían dos posibilidades: que la prueba práctica se sucediera después, o que la hiciese directamente... Si esto era así, tenía que estar atento al cien por cien en cuanto a sus movimientos. Por ello, cuando el anciano alzó levemente el pie, me di cuenta al instante, adivinando pues que había pasaado el examen teórico. Me encontraba frente a la mesa, que era bastante simple. Se componía de tres tablas, dos de ellas en horizontal para sujetar la que estaba en vertical. Por ello, el hueco que había entre él y yo me dejaba ver perfectamente sus piernas y sus pies. Que, por cierto, tenían las uñas más largas que las cordilleras del País del Viento... Pero eso son datos irrelevantes.

En cuanto le vi subir el pie, repasé mis jutsus. ¿Qué podría usar el viejo? No tenía ni idea. Habría multitud de técnicas que aquél examinador dominaría... Sin embargo, todo se aclaró en cuanto fue a posar el pie: Doton. ¿Para qué si no ese gesto? También podría ser de otro tipo y a distancia, pero no conocía ninguno ni había visto a nadie hacerlo. En cualquier caso, mi mejor baza sería repelerlo o combatirlo, por lo que me decanté por mi jutsu elemental, el Raikyu. Cuando posó el pie en el suelo y comenzaron los temblores, yo ya había formado con ambas manos el sello que condicionaba el jutsu. Había flexionado levemente las rodillas, que aunque en principio fue para tomar una mejor posición, luego me sirvió para aguantar el equilibrio, dado que mientras separaba las manos, formando una esfera de energía eléctrica entre ellas, el suelo ya había comenzado a temblar. Así pues, lancé directamente la esfera de electricidad a los pies del anciano. Sabía que, al ser una técnica de tierra, mi elemento rayo debilitaría su ataque, por lo que tras terminar el combate me sentiría satisfecho de esa elección. Además, la esfera le daría en los pies a menos que el anciano se quitase a tiempo. Aunque no le diera, le demostraría que sabía contraatacar de forma ágil y rápida.

Sin embargo, no llegué a ver si le alcanzaba o no. Tras lanzar el jutsu, mi equilibrio no aguantó más, y caí al suelo sin remedio... Desde el suelo no podía ver más que los pies del anciano, y no podría adivinar si hacía sello alguno, por lo que me levanté nada más terminar el temblor, unos dos metros alejado de la mesa, que sumaría un total de tres metros del anciano, dado que el ancho de su escritorio medía un metro, más o menos. Así pues, esperé el siguiente movimiento en una posición de defensa, con las manos casi juntas frente al pecho y los codos cubriendo los costados, y el cuerpo de perfil con las piernas flexionadas.
Miraba fijamente al viejo, sin una mínima mueca de molestia o sorpresa, concentrado.

Información de pj:

Acciones:

Gastos y daños:

La esfera relampagosa incidiría contra el anciano provocando le unos daños menos que mínimos en su cuerpo. El alumno había demostrado saber reaccionar en batalla y bastantes reflejos, esto se sumó a los puntos a su favor que ya tenía por analizar a su oponente de una forma exhaustiva con la vista al oponente que se le presentaba, también demostró valentía al enfrentarse a un enemigo que seguramente ya sabía que era mucho mas poderoso que él, otro punto a su favor.

El examinador, complacido por las cualidades del shinobi decidió que era merecedor de cargar con el puesto de Gennin de Iwagakure, y trabajar a las ordenes de la villa para ayudar a que fuese un lugar respetable y tranquilo, a la par que fuerte y poderoso. Por tanto el anciano mostró una sonrisa en su rostro y se acercó al joven con total tranquilidad posando una de sus manos en el bolsillo de su pantalón, ciertamente le recordaba a él cuando era joven, con su entusiasmo y su capacidad de análisis. Una vez llegase al alumno el examinador sacó la mano de su bolsillo mostrando una placa de metal con el grabado que representaba a Iwagakure, este objeto solo lo poseían los que tenían el cargo de ninja en la villa, y con lo que se reconocía su lugar de origen, el anciano le entregó la placa con una sonrisa sincera y amable, por lo visto este día Dartius lo recordaría como uno de sus mejores días.

Off: enhorabuena, ya eres uno de mis niños

Cuando vi al viejo levantarse y sonreír, no me esperé sino una triquiñuela para crear una nueva trampa. Con las manos a punto de tocarse, no dudé en juntarlas con el sello del Raykiu de nuevo cuando llego hasta mí. Sin embargo, mi actitud cambió al ver que sacaba la banda de la villa. Separé mis manos, poniéndome firme, y la recibí con una sonrisa. A partir de ese día era un Gennin, hecho y derecho, al servicio de esa villa. Con una sonrisa, me la puse en el brazo, rodeándome el bíceps, y le saludé con una leve reverencia.
-Gracias por todo, maestro.
Y tras esa leve despedida, me levanté una vez más para mirarle a los ojos en símbolo de agradecimiento, y me fui de allí.

Mientras caminaba por la calle, de vuelta a mi apartamento, la gente me miraba, sabiendo que había conseguido algo importante. No me di cuenta del por qué se notaba tanto, hasta que en un cristal me vi la sonrisa que llevaba sin darme cuenta. Tras suspirar satisfecho, me encaminé hacia el restaurante de fideos, en busca de un buen cuenco cargado. Nada mejor para recuperar fuerzas.


[Offrol: Arigato, Tsuchikage-sama. Será un placer derrocarte y hacerme con tu pod... Esto... Me llena de orgullo y honor ser tu subordinado. xD Por mí ya puedes cerrar tema.]
[PD Offrol: Por cierto, es DártiRus, no Darti_us T_T]