Erik Lycan vs Brisa

Era una noche preciosa... La luna creciente me sonreía desde el cielo, anunciándome que pronto se completaría el ciclo lunar. Pese a no ser llena, la luna ya estaba casi completa, y la luz que proyectaba era más que suficiente para ver el bello paisaje que me mostraba la villa. Desde una gran roca al norte de la misma, vigilaba la paz y la tranquilidad en la que estaba sumida mi villa, mi nuevo hogar. Sentado con las piernas cruzadas, tiraba al aire una moneda regalada por mi antiguo maestro, que me tranquilizaba y aumentaba mi capacidad de concentración.

Mi primer combate nocturno...

Con gran agilidad, salté de donde estaba, y, de roca en roca, llegué al suelo. Mientras observaba las calles relucientes de una villa que dormía, que se besaba, que reía y que bebía sake, llegué a mi lugar de destino: El Coliseo. Entré a los vestuarios, y con tranquilidad, me vestí para la ocasión. De nuevo, me tocaba luchar... Y me pregunté si habría alguien observando desde el público, con ganas de ver a un lobo luchar, o si nadie esperaba ya nada del gladiador... Pero rápidamente aparté esos pensamientos de mi cabeza. Con una sonrisa de confianza, me puse la máscara. Daba igual si había o no público, si me vitoreaban o me abucheaban... Debía darlo todo, por mi objetivo.

Al momento, me dirigí a la habitación, que a través de la puerta de rejilla, me permitía ver el campo. La arena estaba plagada de una brisa refrescante que iba y venía, haciendo que la arena se revolviese ligeramente. Las nubes daban pequeños matices de sombras que se movían rápidamente de un lado a otro, y los dos característicos árboles del escenario se situaban junto al muro del recinto, creando una recta entre ellos perpendicular a la que creaban nuestras puertas. Tras abrirse la mía, salí al escenario caminando. Llevaba una máscara de lobo ibérico, hecha con la cabeza real de un lobo de esa raza. El pelaje caía hasta el cuello, cubriéndome toda la cabeza y parte de mi cabello. Sin embargo, el resto del cabello caía sobre mis hombros, resbalando hacia el pecho. Era de un color gris claro. Las ropas que utilizaba eran finas y ligeras, ajustadas a mi cuerpo: Una camiseta ajustada de color blanco, con el símbolo de la luna en ella, y unos pantalones pirata de color negro. Mi espalda estaba cubierta por una capa de color plateado, que caía desde el cuello hasta las rodillas. El calzado, unas sandalias japonesas de color madera de abeto.

Dirigía la cara de la máscara hacia el cielo y los árboles, ignorando la puerta de mi adversario. Al no vérseme los ojos por la oscuridad, no se sabía a dónde miraba, pero los movimientos de la máscara lo desvelaban, lentos y tranquilos. En el ambiente se respiraba paz y tranquilidad, al igual que en la villa... Era una gozada pelear en un sitio como ese. Sin duda, sería una buena batalla que recordar. Con tranquilidad, caminé mirando el paisaje, sobre todo al cielo, deleitándome con su belleza. A veinte metros de mi puerta, me detuve.

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Aun era la madrugada, hora extraña para comenzar un combate , pero por desgracia para la pequeña, le tocaba, esta aun dormía enredada en sus sabanas blancas y finas, hasta que para su sorpresa, un pequeño despertador rojo antiguo comenzó a tintinear como si le fuera la vida en ello, así perturbando el sueño de la niña de golpe, por su puesto, la niña , sobresaltada, se despertó abriendo los ojos como platos, realmente aquel despertador comenzaba a ser una molestia, así que dio a un pequeño botón que había sobre la campana del mismo para cesar el irritable tintineo de la campana, bajo el mismo despertador había un pequeño papel blanco doblado cuatro veces, deforma que había quedado en forma de cuadrado.La niña cogió el mismo y lo desplegó , quedando así una hoja de papel, donde había escrito con letra muy fina y precisa su próximo combate, en ese momento solo una cosa pasó por su cabeza,pondría cerrojo a sus ventanas, para que así los AMBU de su aldea no entraran mas, aunque, como no, encontrarían la manera de volver a entrar, como siempre.

La niña se destapó despojándose así de las sabanas, la pequeña, aun medio dormida, se dirigió al lavabo, en la nota ponía que su combate había comenzado ya hacía unos minutos, pero era de madrugada, y no pensaba que nadie la echara de menos por unos minutos mas que tardara. Tras una corta reflexión, entro al susodicho lavabo y abrió el lava manos para poner las manos en forma de cuenco y almacenar agua en las mismas, para luego echárselo a la cara, tras lo que se despertó, sin querer, había echado agua demasiado fría en sus manos, aquel no iba a ser un buen día, sin duda, era de los peores, tras secarse la cara con una suave toalla blanca , se dispuso entonces a despojarse también de su pijama, lo cual no le hizo perder mucho tiempo, ya que apenas había que quitar, cambió el mismo por sus ropas de lucha, tan cómodas para ella.

Deslizó dos medias separadas,casi transparentes por sus piernas, de un tono oscuro, negro, que la ayudarían a camuflarse entre la oscuridad de la hermosa madrugada.Ató las mismas con un pequeño lazo a su ropa interior inferior, no quería quedarse desnuda en medio del combate, si su adversario era un hombre, aquello sería degradante tanto para ella como para el prestigio de Kiri, quería demostrar que los genins de kiri son respetables aunque tampoco quería confiarse demasiado, en la hoja de papel no especificaban si su adversario era de mayor o menor rango que ella, tras atar bien las cintas a su ropa interior procedió a colocarse un pequeño pantalón corto y de cuero negro, que apenas cubría, pero era necesario, ya que la camisa que poco después de puso no tapaba mucho tampoco. Tras esto la niña se sentó en su cama tirándose y colocándose unas sandalias negras que serían mas cómodas para su ágil movimiento en combate.

Todo influía, la primera impresión era importante, aunque, llegando ya media hora tarde, no esperaba que la recibiese con los brazos abiertos, puesto que sabía por experiencia lo mucho que molestaba aquello, la muchacha se estiró en su cama y sin apenas desayunar salió de su casa cerrando el picaporte de la misma con llave, tras salir de la entrada principal echó a correr hacia el coliseo, que no quedaba muy lejos de allí , al llegar todo estaba bastante calmado , ¿a lo mejor su rival estaba a dentro? ¿ se había equivocado en la hora? ¿quizás si contrincante aun no había llegado? eran muchas las posibilidades, aun así, ya que estaba despierta y en el sitio, no daría media vuelta, así que se dispuso a entrar a la arena de combate, por esa puerta que tanto había visitado ya, no pensaba que aquello iban a ser tantas las veces que la vería, realmente, era solicitada por parte de combates.

Al entrar y atravesar el largo túnel que daba hasta el gran campo de batalla la pequeña se estiró, y diez pasos antes de llegar a los pies de la gran puerta de hierro, esta se alzó con un gran estruendo, un estruendo quizás molesto, pero que daba interés a su entrada, hubiera o no alguien al otro lado, la niña al fin pisó la arena de combate la cual estaba ya tan usada y removida, había incluso restos de combates anteriores, hasta sangre, una frase se le pasó por la cabeza,'' aquello si que son restos'', pensó, tras lo que esbozó una suave sonrisa que haría amansar a cualquier bestia, y que incluso le había prohibido usar contra el enemigo,puesto que aquello se consideraba ''trampa'' , no le había entrado muy bien, pero había aceptado a regañadientes, por lo que, al darse cuenta de su sonrisa, esperó que nadie estuviese allí con ella.

Para su sorpresa, un muchacho, aparentemente joven se encontraba casi a mitad del campo, distancia suficiente como para haber podido ver su sonrisa, esperó que este no la hubiera visto, aunque no estaba muy segura de ello, puesto que no podía ver los ojos del chico por su mascara,especialmente característica por tener la apariencia de un lobo, lo cual sacó una pícara sonrisa en los hermosos labios de la niña, que mas tarde borró, ya que lo único que tapaba su mascara eran sus ojos, que también podían verse, unos ojos grises, que brillaban al compás dela luna con los rayos de luz de la misma, mas tarde se acercó a su contrincante, puesto que no se movía, parecía despistado, así que tocó su hombro para llamar su atención, así tendiéndole su mano, mientras sus ojos se dirigían a los orificios de su mascara, donde presuponía que estaban sus ojos, tras lo que sonrió simpaticamente,no quería comenzar mal el combate , así que, allí estaba, esperando su respuesta.

Siento haber tardado...

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Ryku Sakurada escribió:Para su sorpresa, un muchacho, aparentemente joven se encontraba casi a mitad del campo, distancia suficiente como para haber podido ver su sonrisa, esperó que este no la hubiera visto, aunque no estaba muy segura de ello, puesto que no podía ver los ojos del chico por su mascara,especialmente característica por tener la apariencia de un lobo, lo cual sacó una pícara sonrisa en los hermosos labios de la niña, que mas tarde borró, ya que lo único que tapaba su mascara eran sus ojos, que también podían verse, unos ojos grises, que brillaban al compás dela luna con los rayos de luz de la misma, mas tarde se acercó a su contrincante, puesto que no se movía, parecía despistado, así que tocó su hombro para llamar su atención, así tendiéndole su mano, mientras sus ojos se dirigían a los orificios de su mascara, donde presuponía que estaban sus ojos, tras lo que sonrió simpaticamente,no quería comenzar mal el combate , así que, allí estaba, esperando su respuesta.

Siento haber tardado...

Eso es lo que habría pasado, sin duda, si hubiera llegado a su hora. Sin embargo, llegaba media hora tarde al combate, lo que significaba que yo llevaba ya media hora en la arena. Media hora... Sí, la verdad es que era ligeramente molesto. Y habían pasado cosas en esa media hora. Obviamente, no me iba a quedar quieto. Y menos despistarme. No...

A los cinco minutos sin pasar nada, había mirado a la puerta contraria. Viendo que ni siquiera se levantaba, supuse que mi contrincante se retrasaría, y para mí no había nada mejor... Así pues, caminé hacia uno de los muros, saliendo del supuesto campo de visión de mi oponente, pues las puertas de reja nos dejaban ver la mayor parte del Coliseo, pero no todo. Recorrí el muro tranquilamente, y esperé de pie al lado de la puerta de mi oponente. A esa distancia, la oiría perfectamente cuando entrase en la habitación caminando, y me pondría alerta. Así pues, me quedé en la pared del muro, mirando los focos que nos daban de lleno desde el tejado que cubría el Coliseo...

Me puse a pensar en mi contrincante, Brisa. Al parecer, era una contrincante poderosa. Ya había oído de sus victorias y su forma de pelear... De hecho, en una de mis visitas al Coliseo como público, había visto pelear a esa tal Brisa. Sabía que debía andarme con cuidado. Si cometía un error, podría sufrir unas molestas consecuencias. Aunque si lo dominaba bien, podría ganar con tranquilidad. Todo se basaría en cómo hacer las cosas. Debía tener mi estrategia bien planeada.

Al final, oí sus pasos en la lejanía, hasta que el silencio de la noche me permitió escuchar claramente a mi oponente. De repente y con estruendo, la puerta se abrió, y agudicé mi oído, sin sobresaltarme. Mi puerta, al salir yo, media hora antes, se había cerrado. Por ello, desde su situación, podría pensar que incluso yo podía llegar más tarde que ella. Sin embargo, al pisar la arena, lo primero que podría ver es a mí, quieto, mirándola tranquilamente a la luz de los focos, a unos centímetros a su izquierda...

Al momento, junté las manos en un sello de ninjutsu. Dada nuestra cercanía, una sombra llegaría a los pies de Brisa instantáneamente, paralizándola. Si era la real, ni siquiera habría tenido tiempo de ver por dónde le venía, y si no era ella, simplemente podría ver que una sombra llegaba a los pies de lo que fuese aquella Brisa. No podría moverse, al menos no por cuenta propia. Con rapidez, me moví de una forma que ella estaría obligada a imitar: busqué a través de ella entre sus ropas, pliegues, bolsillos, hasta encontrar el kunai que llevaba encima. Obviamente, no lo sabía, y de no haberlo encontrado tendría que haber encontrado otra salida... Pero al tener el kunai, preferí usarlo. Así pues, con rapidez, y en un movimiento preciso, me llevé la mano cerrada a la cabeza, sin nada en ella. Esto sería imitado por ella, que al tener el kunai, se atravesaría la cabeza.

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Gastos y daños:

Reglas de combate:

Así pues, mi plan resultó a la perfección. Mi oponente mordió el anzuelo, y tuve un cien por cien de éxito en mis movimientos. Imitó pues mis movimientos, y se clavó el kunai en la cabeza. Ni siquiera había tenido tiempo de pensar... Esa vez, mi jugada había sido perfecta. De esta forma, vi cómo mi contrincante atravesaba su sien con su propio kunai, y sin haberme visto aún, cayó al suelo con una enorme herida en la cabeza. Al momento aparecieron varios ninja médicos, y se la llevaron al interior de la puerta por donde había salido. Con tranquilidad, yo realicé una suave reverencia, a modo de agradecimiento y respeto, y me di media vuelta para salir del Coliseo. Al parecer, poco a poco, conseguía mejorar, y a partir de ahí, ganaría más combates del Coliseo, y por ello, más fama. Además, en unos meses me presentaría al examen de Chunnin, y habría aprovechado bien la sabiduría en combate que ganaba con cada lucha.

Aunque, claro, eso no lo sabía entonces.

Arena:

Revisado.
Dártirus: + 500 Ryos. + 60 Exp. + 2 Pr.
Ryku: + 50 Exp. + 1 Pr.