Dannia vs La violadora de tu barrio

Información de arena:

Tardes y mañanas pasaban por igual, noches, plenilunios, mareas altas o bajas. Primavera, verano, invierno u otoño, ¿qué más daba? Nada de eso importaba, ni lo más mínimo, cuando estaba encerrada. Lo único que me importaba era salir y hacerme con el poder del cuerpo para ser capaz realizar acciones a mi voluntad y así actuar como creyera conveniente. Entonces podía ir al Coliseo, saciar mi sed de venganza y la que tenía el Yonbi con el que a veces me llevaba tan bien, incluso torturar a la chica en las mismas cadenas que ella me imponía en la mente. La idea de causarla daño se pasaba de tentadora hasta convertirse en una especie de vicio, ya que adoraba sus gritos de dolor, la desesperación mientras golpeaba la cúpula de cristal en la que se mantenía presa, como si fuera una bola de nieve que pudiera agitar, con la misma ilusión que los niños cuando ven la nieve de dentro caer, pero esas veces yo disfrutaba con su alma consumida por las parciales escapadas que conseguía realizar.

Mi gran vicio, lo que me seguía manteniendo con ganas de continuar, era un espíritu oscuro corrompido por el dolor. Cuando un animal es libre y le capturan, encerrándole en una jaula donde apenas puede moverse y caminar, una tortura para él, sufre. Se acaba volviendo loco o agresivo, no queda nada de lo que fue o el bello ejemplar que llegaría a ser. Se convierte en un alma sin vida. Yo era como ese animal. Pero no estaba loca, por supuesto que no, de lo contrario tendría menos cuidado. Procuraba ser discreta y no llevar nada que me pudiera identificar, pues aunque yo fuera una completa desconocida para cualquiera, haciendo de mí algo peligroso en parte, ya que es más complicado comprender a lo que te enfrentas si no lo conoces; el recipiente que me albergaba tenía personas conocidas. Y a las que quería, o eso daba a entender, sin embargo esos sentimientos estúpidos no la servirían de nada.
Yo encontraba divertida la fina linea que separaba el dolor del placer, decantándome de vez en cuanto más por una parte u otra, pero generalmente me quedaba en un punto medio y dejaba que las cosas sucedieran como tendrían que pasar.
Una de mis mayores pasiones era el fuego, usando más ese elemento. Ahora que disponía de Doton, el poder de la tierra, también intentaba hacerme a la idea de que era útil, lo malo era que por entonces solo tenía dos jutsus. Cosa que en verdad siempre fue fácil de remediar, aunque era de esa clase de personas que prefiere que hagan sus tareas por ella.
Eso sí, no había nada como quemar algo y ver como lentamente se consumía, de forma tan dolorosa y terrible como la sensación en el pecho cuando te habían arrebatado lo que considerabas imprescindible para ti sin pensar en las consecuencias que podría traerte. Tampoco me costaba mucho acostumbrarme a los cambios, podía sacar grandes beneficios de todo aquello para que me sirvieran y no consistieran en meros adornos inútiles. Había de ser práctico.

Si alguien supiera de mí, me conociera lo más mínimo, habría apoyado mi criterio. De lo contrario, un poco de pelea podía arreglar grandes situaciones. Mi segundo hogar, una especie de descarga, como los sacos de los boxeadores en los gimnasios, que pegan muy fuerte para liberar en ello su rabia contenida, lo que nadie podría ver de forma distinta. Éramos parecidos, iguales, a ellos, y entre nosotros mismos. Ocultábamos nuestra identidad para que no se supiera lo que ocurriría en nuestra segunda vida, aquello que nadie debía saber. Quizás fuéramos unos cobardes, y eso nos aseguraba la supervivencia.

El Coliseo, centro de depravación, señoritas provocativas, señoritos como Marios Casas, disfraces de todo tipo, colores y características. No los podías relacionar con nadie, pues sacaban a relucir aquella parte que ninguna persona conocía, entonces iban allí y peleaban, entrenaban, hacían apuestas. Algunos perdían ryos y otros ganaban, éramos los caballos a los que apostaban, su método de distracción. Cada cual tenía su favorito. No me importaba nada de eso, la verdad, que pensaran lo que quisieran. No me iba a quitar el sueño ni hacer que me comportara de otra manera.

Me encontraba en los vestuarios, podía escuchar algunos gritos del público, esperando mi aparición. A veces me gustaba hacerles esperar un poco, para que la entrada fuera más de diva, más triunfal. Entonces me veían salir y más gritos. A ese paso me dejarían sorda, solo me importaba el "wii" de mi unicornio. El muy cerdo miraba mientras me cambiaba, ya llevaba puesto el vestido, que consistía en un corsé rojo con algún detalle negro y una falda negra con volantitos detallados en blanco y algún lazo que hacía que pareciera una señorita bien puesta. Después una máscara hacía imposible de adivinar mi identidad, pues ni mis ojos blancos se podían distinguir por ello.
Nada más pisar la arena del campo, de 100 metros de diámetro y 20 de altura, activé mi byakugan, que me permitía ver 50 metros en la redonda. Podía observar con claridad a mi oponente, que se encontraba en el medio, a la sombra de uno de los árboles. Como quería mejorar mi control sobre Doton, decidí probar algo nuevo, pero aún así caminé un par de metros, debían separarnos 47. A esa distancia hice un rápido sello con una mano mientras la otra apuntaba en dirección a mi rival, a instantáneamente salieron unas estacas del suelo que la dañarían. Tenía que ver como reaccionaba mi objetivo, si había salido bien, me acercaría a ella y me iría después a cobrar mi recompensa. Que pena que esto no fuera Agni Kai para obtener un buen saco de ryos...

Información :

Jutsu aprendido:

Acciones:

Gastos y daños:

La vi aparecer un poco más tarde de que llegara el árbol. Bien, no había tenido que esperar mucho. Sabía que tenía todas las de perder en cuanto entró por la puerta, era una ninja mucho más avanzada que yo y seguramente pudiese dejarme K.O de un golpe. Nada mas entrar vi como la chica activaba su byakugan para posteriormente andar unos pasos hacia mi. Se quedó quieta e hizo un sello después de señalarme, lo que hizo que unas estacas del suelo salieran dañándome todo el cuerpo sin darme tiempo a reaccionar si quiera o darme posibilidad de esquivarlas. Efectivamente, como esperaba, me había ganado de un golpe y lo había hecho con un ataque que me gustaría poder aprender algún día

Revisado.
Sonzu: + 300 Ryos. + 25 Exp. + 4 Pr.
Katniss: + 55 Exp. + 2 Pr.