Kronnos vs Monzun.

El día en Konoha comenzaba soleado, los rayos de sol reflejaban sobre el cristal de la ventana fría y húmeda, deshaciendo el agua posada que empañaba el cristal de mi ventana convirtiéndose en pequeñas gotas de agua que recorrían un carrera desde la ventana descendiendo hasta chocar contra el suelo dejando una pequeña marca sin importancia para nadie y que poco después con la calidez de los rayos del sol se deshacía sin dejar rastro de su ser. Me gustaba observar cosas así en mis ratos libres, cosas que a nadie importaban, pero de cerca podían ser asombrosas, los pequeños detalles marcan grandes rasgos, y a mi sobretodo me encantaba observarlos al detalle.

Ese mismo día hasta mí, había llegado una invitación a una lucha en el coliseo, no sabía muy bien contra quien era, ya que no me habían llegado prácticamente ningún detalle sobre el ninja al cual debía enfrentarme en el país de la tierra, cerca de la antigua villa de Iwagakure no sato, entonces, con sutileza, poco a poco me acercaba hasta el coliseo, el viaje se hacía largo, y era normal, ya que de Konoha hasta Iwagakure era bastante extenso, dando una caminata algo cansada y aburrida, pero así aprovechaba y penaba todos los suesos que habían ocurrido durante este último período de tiempo, sinceramente, habían pasado demasiadas cosas en escaso tiempo... No era una buena señal, al menos para mi gusto, las cosas se deben hacer tranquiamente y de una manera considerable, no hacerlo rápido y sin tener un mínimo cuidado de lo que estas realizando, caminaba lentamente, viendo como el paisaje cambiaba bruscamente cuando poco a poco iba introduciendome en el país de la Tierra, era una hora con buen clima, por la mañana, no era pronto, pero tampoco extremadamente tarde, el sol estaba en su posición de esplendor, daba con toda su potencia a estas horas, poco a poco se iba nublando estos parajes por donde yo iba caminando. Poco a poco se podía admirar la figura de el coliseo de Iwagakure, llegué al fin hasta el gran pórtico de rejas de metal oxidadas or donde entraban los participantes de las luchas, donde un verdugo hacía de guarda y me guió hasta los vestuarios, el mismo camino de siempre, ese camino que era simplemente un túibel realizado en la tierra con mala iluminación y bastante frío que daba a una sala semi cuadrada con unas taquillas, donde me cambié y salí a la sala adyacente donde esperaba el otro verdugo que me abrió la reja de salida a la arena donde o estaría mi oponente o por bien tendría que esperarle yo a el, visualicé el campo, una arena completamente redonda, con un par de árboles a unos 5 metros de cada puerta y un par de troncos cortado bastante gordos al lado de los árboles, yo me encontraba 10 metros delante de la reja de salida esperando a mi contrincante el día de hoy.

Información:

Acciones:

Gasto y daño:

Varios días me llevó llegar desde mi país, el país del viento, hasta el famoso Coliseo de Iwagakure, donde shinobis de todas las tierras luchaban por demostrar su valía. ¿Por qué me dirigía ahí? Porque yo no iba a ser menos. En el camino, lluvia, granizo, nieve, viento, bandidos, nada me detuvo, puesto que, cuando me proponía algo, daba todo por cumplirlo. Decidí darme a conocer al mundo dentro del Coliseo, como primer paso para llegar a escalones más altos, para ganar más experiencia sin temor a heridas ni nada por el estilo, ya que gratuitamente allí te curaban de cualquier herida que pudieras sufrir en el transcurso del combate. ¿Qué más se podía pedir?

Cuando finalmente arribé al lugar, mi sorpresa fue enorme, pero espantosa. Alrededor del Coliseo, toda una serie de negocios de todo tipo se había formado, dando lugar así a toda una mafia y red interna de entradas de segunda mano, material ninja, souvenirs, negocios clandestinos, que ahora sin el control que podría haber tenido la villa de Iwagakure sobre ellas, estaban descontroladas, propiciando que el Coliseo fuera ahora quizá una de las áreas con índice de delincuencia más alto. Sin embargo, aunque aquello me preocupara, no era de mi incumbencia, así que con paso firme y decidido me dirigí al Coliseo, donde me inscribiría, bajo el pseudónimo de Monzun, para dar rienda suelta a mi ser, a mis habilidades, en combate. Sería, cuanto menos, interesante.

Una señora muy amable me atendió, dándome uno tras otro diversos formularios donde inscribirme y donde aceptaba todos y cada uno de los artículos y puntos reseñables del contrato. Según pude leer, aceptaba la posibilidad del desmembramiento, de la asfixia, de la posible muerte en combate, de la violación, del ensañamiento, del juego cruel y de cualquier otra posibilidad que se pudiera dar en el combate, así como al uso de cualquier método por parte de los ninjas médicos para recomponerme y/o resucitarme dado el momento. La verdad, nada muy esperanzador ni muy atractivo, pero es lo que había, ¿que se le iba a hacer? Tras inscribirme, se me dio un libro con las normas básicas del Coliseo, que tuve posteriormente que aprenderme para que me fuera permitido combatir. Uniforme, máscara, ¿pero que era esto, un carnaval? Entiendo que se quisiera proteger la imagen de los ninjas, para evitar humillaciones y tal, pero algunas cosas... Se pasaban.

Tras aquel libro de normas, se me entregó otro con fichas de todos y cada uno de los gladiadores del Coliseo, para que escogiera uno y pudiera así tener mi primer combate cuanto antes. Sin entretenerme mucho en mirar todas y cada una de las fichas, cerré los ojos, abrí una página al azar y elegí un combatiente cualquiera. Para mi sorpresa, elegí uno llamado Kronnos. No tenía ni idea de quién podía ser, mucho menos de que tipo de ninja sería. El combate tendría lugar al cabo de unos días, puesto que el desafío y el desafiado tendrían que llegar, por lo que mientras aproveché para conocer los alrededores del Coliseo, hacerme con un buen uniforme y una buena máscara, y ver un par de combates, pudiendo así analizar algunos de mis posibles rivales en primera persona, aprovechando que yo aún era un desconocido en estos lares.

No tardé demasiado en encontrar lo que necesitaba. Una capa negra bajo la cual escondería la ropa que me viniera en gana y una máscara color blanco con el Kanji de la Luna en negro dibujado en la frente de la misma, que quedaría algo oculto por el flequillo de mi largo pelo plateado, una vez me la pusiera. Dos grandes shinobis me condujeron al vestuario, donde me cambié de ropa, dejando ver, una vez salí a la arena, la anteriormente mencionada capa y máscara. Era mañana y el sol iluminaba completamente la Arena aquél día. Desde mi lugar de entrada podía ver a mi rival que ya había entrado a la arena, enfrente mía. 90 metros nos separaban, puesto que Kronnos ya había avanzado un poco. No quise esperar demasiado, y paso a paso recorrí parte de los metros que nos separaban, recorriendo en apenas 4 segundos unos 20 metros, quedando así a 70 metros él de mi. Bajo la capa, o alrededor mía siquiera, nadie sabía lo que podría estar pasando. Una expansión de chakra, unos sellos velozmente realizados, o quizás un arma desenfundada. Nadie, absolutamente nadie, podía imaginarlo, salvo yo mismo. En el cielo diversas nubes comenzaron a formarse, parecía que iba a llover aquel día.

Información del combate:

Atributos:

Jutsus y Acciones:

Gastos y Daños:

Cualquier usuario de elemento Raiton sabría lo que vendría a continuación, siempre y cuando se hubiese dado cuenta de que las nubes que se estaban formando eran artificiales, por supuesto, creadas por chakra. Para aquel entonces no era la primera vez que lo hacía, pero sin duda le encantaba, ver como un rayo caía sobre su enemigo, una y otra vez, era simplemente... Encantador. Y eso fue, sin más ni menos, lo que pasó. A pesar de la distancia, nada pudo evitar que a tal velocidad el rayo impactase contra mi enemigo, haciéndole una gran cantidad de daño... QUien sabe qué hubiese pasado si hubiera reaccionado. 

Aquel daño, sin embargo, no sirvió para pararlo, para derrotarlo, así que, mientras mi enemigo comenzaba a correr para recortar distancias y así quizá ponerse a suficiente rango para atacarme, hice yo una veloz cadena de ellos tras la cual un charco de lodo salió del suelo, cubriéndole hasta las rodillas e interrumpiendo su movimiento. Ese sería su final, puesto que mientras él estaba atrapado, toda una serie de nubes se formó sobre su cabeza, descargando uno, dos, tres, hasta 5 rayos. El combate acababa de finalizar.

Mi enemigo, inconsciente, jamás sabría lo que pasó a continuación, mientras se lo llevaban a la enfermería del Coliseo. Vítores, aplausos, gritos llegaron desde las gradas, algún sujetador cayó, si no recuerdo mal. Monzun comenzaba a labrarse un nombre. Hasta donde yo sé, en la enfermería no solo le trataron, si no que le dieron un par de chuches, premio de consolación, supongo. En mi opinión, quizá lo más importante en un combate no sea tu habilidad, ni tu condición, si no la estrategia, una mente pensante. Basta con un buen plan para llevar a cabo cualquier cosa.

Off:

Soun: +30 exp, +2 PR
Etsu: +300 ryos, +5 exp, +4 PR